Cuando las personas se encuentran con dificultades en la relación, tienden a
culpar a su pareja. Ven claramente cuál es el camino para que la relación funcione, pero les es muy difícil ver qué es lo que ellas hacen para
generar los problemas.
Es muy común preguntarle a una persona en una sesión de pareja:
—¿Qué te pasa?
Y que conteste — Lo que me pasa es que él no entiende...
Y yo insisto — ¿Qué te pasa a vos?
Y ella vuelve a contestar:
—¡Lo que me pasa es que él es muy agresivo?
Y yo sigo hasta el cansancio:
—Pero... que sentís vos, ¿qué te pasa a vos?
Y es muy difícil que la persona hable de lo que le está pasando, de lo que está
necesitando o sintiendo.
Todos quieren siempre hablar del otro.
Es muy diferente encarar los conflictos que surgen en una relación con la actitud
de reflexionar sobre "qué me pasa a mí", que enfrentarlos con enojo pensando que el
problema es que estoy con la persona inadecuada.
Muchas parejas terminan separándose a partir de la creencia de que con otro sería
distinto y, por supuesto, se encuentran con situaciones similares, donde el cambio es
sólo el interlocutor.
Por eso, frente a los desencuentros vinculares, el primer punto es tomar
conciencia de que las dificultades son parte integral del camino del amor. No podemos
concebir una relación íntima sin conflictos.
La salida sería dejar de lado la fantasía de una pareja ideal, sin conflictos,
enamorados permanentemente.
Es sorprendente ver cómo la gente busca esta situación ideal.
"....Y cuando el Señor X se da cuenta de que su pareja no se corresponde con ese
modelo romántico ideal y novelesco, insiste en decirse que otros sí tienen esa relación
idílica que él está buscando, sólo que él tuvo mala suerte... porque se casó con la
persona inadecuada..."
¡No!
No es así.
No se casó con la persona inadecuada.
Lo único inadecuado es su idea previa sobre el matrimonio, la idea de la pareja
perfecta. En cierto modo, me serena saber que esto que no tengo, no lo tiene nadie,
que la pareja ideal es una idea de ficción y que la realidad es muy diferente.
El pensamiento de que el césped del vecino es más verde o que el otro tiene eso
que yo no alcanzo, parece generar mucho sufrimiento.
Quizás el aprender estas verdades pueda liberar a algunas personas de estos
tóxicos sentimientos. La realidad mejora notoriamente cuando me decido a disfrutar
lo posible en lugar de sufrir porque una ilusión o una fantasía no se dan.
La propuesta es: Hagamos con la vida posible... lo mejor posible.
Sufrir porque las cosas no son como yo me las había imaginado, no sólo es inútil,
sino que además es infantil.
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